La probabilidad es un juego de tontos
Siempre vamos en contra del destino, nos aferramos como corteza al tronco a no estar solos; pero solos estamos, sin remedio. Mis pensamientos volatilizados me rodean, tú en ellos, me recuerdan mi destino. En este momento me gustaría arrancarme una costilla y ver que de la nada tomas forma, sentir que lo etéreo se hace sangre, hueso seso y carne para recorrerte con mis sentidos. Sin embargo, lo único real es el deseo; qué paradójico, no es real y es lo único real que tenemos: muro ideal entre nosotros y contra la idea, ¿quién tiene potestad?
Te deseo, significa que estoy solo, y que tú estás sola y que nuestra soledad es una sola y no dos. Símbolos solamente, siempre pensados, extrañados, uno sin el otro. O entrañados, uno en el otro; ¿acaso si estuvieras conmigo estarías realmente? Tal vez te tengo más en el deseo, en el hambre de ti, en la carencia de ti, en la potencia de ti; eso ratifica que estamos solos. Siempre nos carecemos, es decir: siempre nos hacemos falta, por eso existes y existo; entonces, ¿estás realmente conmigo? quizá diserto contigo porque tu soledad me creó o en realidad somos uno solo, deseando reconciliarse consigo mismo. No sé.
Siempre tengo la esperanza en estar equivocado, dudo hasta la locura y la certeza me espanta con terror.
¿En qué laberinto mi mirada te busca? A veces no sé quién eres; es decir que no sé si estoy aquí, o estoy oculto bajo la página de tu piel, y tu piel está oculta bajo la línea de mi letra y mi letra, se haya despedazada en una leyenda de albañiles construyendo una torre que quizá se llamó Babel, pero que era tu lengua: humo de silencios, único idioma que todos hablamos.
A veces hablo como si supiera algunas cosas, pero al final presiento mi error. Tal vez tú estás aquí y no me doy cuenta y para jugar me dictas éstas palabras. Jugamos en ir contra del destino, en jugar que la probabilidad es prueba de tontos.
¿Si no existieras, existiría tu risa?, quizá no o quizá si, no lo sé y eso comprobaría nuevamente que estamos solos, pero esta vez, es una ventaja, solos no de nosotros, sino de los otros, los ajenos. Tú y yo, por lo tanto nos desprendemos de nosotros mismos, arrojándonos a la noche, en gestos, en risas, en llantos ¿si un grito sale de nosotros, deja de ser de nosotros? Somos idénticos en lo distinto.
Calla pues el silencio.
Jorge Contreras Herrera
www.facebook.com/jorgiastico