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martes, 27 de octubre de 2009

Carta abierta a Michelle Bachelet

x Fesal Chain
poeta, narrador y sociólogo.

Nosotros los chilenos, parafraseando a Alfonso Alcalde, y las chilenas digo yo, sufrimos durante 17 años una de las dictaduras más atroces del continente, acaso sólo comparable a la dictadura argentina. Hacer un balance del exterminio como lo hiciera Rodolfo Walsh, asesinado y desaparecido escritor y periodista de la nación hermana, sería una cuestión agotadora y sobretodo un poco extemporánea en lo que refiere a la denuncia del régimen pinochetista. Ya lo hicieron en su momento periodistas hoy fallecidos, tales como José Carrasco Tapia "Pepone" asesinado por las fuerzas oscuras de la CNI y Patricia Verdugo, muerta de una triste enfermedad, entre otros notables.

Señora Bachelet, yo podría hacer a su vez un breve resumen de vuestra trayectoria política y de estudios o referirme a su historia personal no exenta de sufrimientos, desde el alevoso asesinato de su padre hasta su horrible paso por Villa Grimaldi y su exilio. Pero su historia no oficial ya ha sido escrita.

Usted llegó a la primera magistratura de la nación bajo un tenue velo de cierta renovación de la política chilena. En mi caso personal, dado que siempre tengo la costumbre de analizar a los líderes en el contexto del movimiento de las fuerzas políticas y sociales que representan y bajo los principios rectores de sus propuestas políticas, nunca realmente pensé que usted fuera a ser una figura que diera un vuelco a la política liberal populista de la concertación. Sin embargo, le voy a contar una anécdota a riesgo de ser criticado por aquellos a quienes de alguna u otra manera seduzco con mis escritos.

El día en que usted convocó al primera manifestación como Presidenta de la República, yo, militante de base del partido comunista y harto pobre por esos tiempos, agarré mi bicicleta, el único medio de transporte que tenía, y partí pedaleando a la Alameda. Para serle sincero, iba bastante incómodo. Es que, los que "bajaban" de Ñuñoa al centro, no eran masas de trabajadores marchando, ni menos una clase media empobrecida en autos baratos. Era la clase media concertacionista, en autos sino último modelo, bastante grandes y llamativos. La familia chilena con hijos bien cuidados, mujeres mas bien "alternativas" y papás jóvenes y no tanto, con una sonrisa un poquito prestada, entre alegría de paseo dominical y de viaje a la playa.

Yo iba con vergüenza, pero no de mí, sino de la situación. Realmente parecía celebración de los funcionarios y burócratas del estado, más contentos no por no perder la “pega”, que por un "triunfo popular". Más encima cuando llegué al lugar, una señora entre medio del tumulto en que yo estaba con mi bicicleta, hace un comentario entre sorprendida e incómoda: “mira viene en bicicleta”, yo la miré y le dije: señora, ¿usted no conoce personas que no tengan plata para la micro y deban movilizarse por este medio? La señora se ruborizó y me miró media incrédula, como pensando, cómo va a ser posible que este tipo no tenga plata pa la micro.

En fin. Escuché detenidamente el discurso, no lo recuerdo muy bien, sólo una parte en que decía que agradecía a los partidos del Juntos Podemos Más haberla apoyado en segunda vuelta y otra en que hablaba de un gobierno ciudadano. Yo pensé: Bueno al menos ella reconoce lo primero y no como este Sr.Lagos que dijo que su triunfo en el balotaje había sido producto del voto "de la gente". Me dio una cierta satisfacción el reconocimiento aludido y eso del gobierno ciudadano, una microscópica esperanza.

Aún recuerdo la primera protesta masiva, la que se denominó la "revolución de los pingüinos" a la que yo asistí, guardando las enormes distancias, como un pequeño Sartre quien solo y con algunos panfletos en la mano, apoyó los levantamientos de mayo del 68. Así fotocopié un poema mío y lo recorté con tijeras, para regalárselo a los estudiantes en la calle. Entre otras actividades, fui a ver a mi sobrino a la toma de Liceo Lastarria, quien detrás de la reja recibió contento la bolsa de pan, margarina y mortadela que yo le había comprado en un almacén de la esquina. El mismo sobrino que fue echado del Liceo por haber efectuado la toma, junto a cientos.Hubiera querido llevarle más mercadería pero realmente, como le contaba, no tenía mucho dinero por ese entonces.

La represión a los estudiantes fue como en los peores tiempos, y yo consideré, dada mi experiencia, que en realidad la violencia era mayor, quizás menos bruta, pero más tecnologizada y eficaz. Los gases lacrimógenos lanzados por las fuerzas policiales eran mucho más fuertes y disuasivos que los de la década del 80, hasta daban ganas de hacerse caca. Y los contingentes tenían una capacidad de maniobra y tácticas muy superiores a las de antaño, de tal manera que el cerco a los manifestantes, yo incluido, era de tal magnitud, que uno terminaba por rendirse a la triste realidad de no poder avanzar para ningún lado, ni para tomar la micro.

Ha habido pocas protestas así de masivas bajo su gobierno, acaso esa larga jornada de días y semanas, fue una de las más grandes movilizaciones. Luego recuerdo una protesta ya posterior a la triste inauguración de su fracasado Transantiago, donde aún como militante del partido salí a la calle. Allí todavía estaban aquellos dirigentes que hoy se juntan con usted en La Moneda y a los cuales usted celebra tanto y apoya. Junto a ellos y al Senador Navarro y a cientos de manifestantes, no pudimos avanzar ni siquiera algunos metros por la Alameda. La violencia policial era enorme. El Senador fue herido en la cabeza por un laque y cayó derechito a la posta central. Los dirigentes Teillier y Carmona rodeados por carabineros, fueron mojados y golpeados, tal como lo fue Gladys Marín muchas veces durante los últimos diez años anteriores a dicha protesta.

Luego de esas manifestaciones, se ha abierto un nuevo escenario, más duro, más dramático. Ha venido muy fuertemente la represión y el asesinato por parte de las fuerzas policiales. En agosto del 2006 murió asesinado Juan Collihuín Catril de 71 años. El 3 de mayo de 2007 el obrero forestal Rodrigo Cisternas Fernández, mientras participaba en las protestas de los trabajadores de la Empresa forestal Celulosa Arauco. El 3 enero de 2008, Matías Catrileo Quezada joven estudiante de 23 años de la carrera de Agronomía de la Universidad de la Frontera de Temuco. El 31 de marzo de 2008, Johnny Cariqueo Yáñez, de 23 años, por torturas. La madrugada del 15 de diciembre fue encontrado el cuerpo de Juan Cruz en la comunidad mapuche de Temucucui, joven anarquista de 28 años, con un disparo en la nuca realizado en extrañas circunstancias. Y ya en este agosto del 2009, Jaime Mendoza Collio a consecuencia de los disparos de un carabinero.

Realmente no sé si esta lista de asesinados bajo su mandato es exhaustiva, ojala así sea. Son 6 personas asesinadas. Sumado a esto y producto de la vergonzante militarización de la Araucanía, al 18 de Octubre de 2009, hay 43 presos mapuche en las distintas cárceles del país y miles de heridos y torturados, incluidos en los últimos casos, niños y mujeres. Situaciones por las cuales el Premio Nobel de Literatura José Saramago la interpeló personalmente y que han sido motivos de que distintas organizaciones internacionales incluida la UNICEF, realicen permanentes llamados para detener las oleadas represivas del estado y del gobierno contra los mapuches en las regiones en que se encuentran las comunidades.

Lo que hoy sucede en Chile, tanto en lo referente al asesinato y represión del pueblo mapuche, de los trabajadores, de las manifestaciones públicas de todo tipo, bajo una legalidad inconstitucional de criminalización de la protesta, nos muestra claramente que su inicial gobierno ciudadano, no ha sido tal, que se convirtió rápidamente en un gobierno donde la única manera de enfrentar el conflicto y las diferencias, es con mesas de diálogo ineficaces y especialmente con medidas autoritarias y policíaco militares, como quizás nunca antes se habían implementado bajo los gobiernos de la concertación.

No se equivoque señora Bachelet y no se blinde en su popularidad. Yo comencé diciendo, que nosotros los chilenos y chilenas, vivimos y sufrimos 17 años de dictadura y violación a los derechos humanos fundamentales, bajo una política sistemática de terrorismo de estado. Esa experiencia nos marcó profundamente. Y así, tal como Ricardo Lagos se fue con alta popularidad de su gobierno y luego bajó abruptamente al punto de no querer presentarse como candidato, usted probablemente no será recordada como la mujer de la sonrisa, de la capacidad de diálogo y capaz de acoger a su pueblo.

Lo más probable, que ya pasado algún tiempo de su triste mandato y al hacer los balances necesarios, será vista como la mujer de hierro, que mandó a reprimir fuertemente al pueblo y a las distintas agrupaciones que trataron de expresar infructuosamente su descontento con las políticas del estado, y como aquella mandataria, que al finalizar su período, nos deja un saldo de 6 asesinados por las fuerzas represivas, decenas de presos mapuche, miles de heridos y torturados y la peligrosa herencia, como se lo dijeran los funcionarios de la UNICEF a su ministro Viera Gallo, de niños y jóvenes de las comunidades, que han crecido en el miedo, en el stress postraumático y en el probable odio a carabineros, a empresarios forestales y a los políticos, que han mandatado acciones tan bárbaras como las sucedidas en sus apenas cuatro años de gobierno.

Como pueblo chileno, al derrotar políticamente a la dictadura y al elegir a gobiernos civiles, hubiésemos querido que el autoritarismo, el modo militarista y policial de relacionarse con aquellos que disienten y las políticas de inteligencia y los actos de terrorismo de estado, hubiesen sido desterrados de nuestra convivencia, cosa que por desgracia usted, definitivamente no ha hecho, sino que prepotente y erradamente en el ejercicio de su poder ejecutivo, ha reforzado.

 
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