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domingo, 20 de diciembre de 2009

No a la alianza con el centro político (A propósito de la editorial de La Nación Domingo ¿Dónde está la izquierda?)



x Fesal Chain
sociólogo


Para todos y todas aquellas que están de manera permanente recibiendo el mensaje de la necesaria unidad de todas las fuerzas anti derecha para frenar el triunfo del pinochetismo para la segunda vuelta electoral, esta editorial de La Nación muestra a mi juicio la verdadera cara de quienes están detrás de dicha estrategia, que tiene como objetivo meramente alinear las fuerzas de la izquierda histórica y de Enríquez Ominami a la concertación y al freismo , para derrotar la candidatura de Piñera.

La totalidad de mis artículos que son muchos y jamás han sido publicados por La Nación, a la cual si he hecho entrega de mis trabajos, parten de una premisa fundamental: Que la única posibilidad de construir fuerza política y social de izquierda autónoma de las variantes más neo liberales de la concertación, es que esta última sea derrotada como comando político del modelo de desarrollo y crecimiento de mercado.A partir de dicha derrota, la izquierda en su conjunto tendrá la posibilidad, que no es automática ni mecánica, de reunificarse y plantearle a la totalidad de los chilenos y chilenas un programa, una organización y una estrategia autónoma de acumulación de fuerza social y política, en vista a derrotar al pinochetismo y construir sólidas bases de un triunfo para el 2014 o para el 2018.

A la vez y seré majadero en repetirlo, desgraciadamente esto significa que el pinochetismo efectivamente gane la contienda electoral, sin embargo y lo he planteado en otros artículos, y cae de maduro, que la responsabilidad fundamental de la derrota y del advenimiento del pinochetismo es la gestión neoliberal y excluyente de la propia concertación durante estos 20 años. Sería patético que la propia concertación y sus personeros, tal como lo hizo Pinochet en el pasado, responsabilizara al pueblo soberano de su derrota (acuérdense de la famosa frase del dictador; "son unos mal agradecidos").

Es una desgracia que la multiplicidad de artículos escritos en G80 por muchos amigos y amigas y también los míos, no tengan la posibilidad e ser leídos por una gran masa, como la editorial mencionada de LND. Puesto que sabemos, quienes nos hemos especializado sistemáticamente en analizar el mundo social, que la gran lucha, es la lucha por las taxonomías legítimas del mundo social. Es decir por quienes conceptualmente, son capaces de imponer y seducir con una interpretación de los actores y hechos sociales y políticos. Esa es evidentemente la lucha fundamental en la democracia representativa.

Una de las explicaciones fundamentales de porqué los artículos más críticos sobre la concertación y sobre la llamada unidad con la izquierda histórica no son publicados en dicho Diario, es porque la diversidad de opiniones y la libertad de opinión en Chile, expresada por ejemplo en un Diario que supuestamente es de todos los chilenos, no tolera los análisis que pongan en duda la operación política y teórica fundamental: que la unidad del centro y la izquierda no es sino la estrategia de división y subsumisión de la izquierda a la propuesta del neo liberalismo democrático y no una vocación unitaria , programática y de fondo para reformular la alianza gobernante y transformarla en una verdadera coalición de izquierda anti neo liberal.

La editorial comienza con esta oración: "Afortunadamente, existe en Chile una izquierda responsable, dentro y fuera de la Concertación, que entiende que las legítimas aspiraciones de cambio requieren de formar mayorías sólidas, incluso más amplias que las que han permitido de manera gradual y aún incompleta horadar el modelo político excluyente y el económico neo liberal que se heredó de la dictadura".

A la vez que afirma que ahora si han decidido dejar de ser neo liberales, lo que lo niega la totalidad de la historia concertacionista y el diseño Boeninger-Correa, impulsado políticamente por Aylwin, Valdés y Lagos, profusamente explicado por Felipe Portales y otros analistas, dice de manera lateral que existe una izquierda irresponsable que no entendería que las aspiraciones de cambio pasan solamente por la concertación, cuestión bastante discutible y demostrable en los hechos que no es así. Y lo he descrito y analizado suficientemente en la totalidad de mis artículos pero que rebatiré en este artículo desde otra óptica.

Luego el Diario en su editorial plantea: "La lógica política más básica diría que si la izquierda quiere influir en la sociedad chilena, su primer objetivo debería ser unirse y luego sumar fuerzas con el centro político. En buena medida ello se ha logrado en la Concertación. Pero resulta insuficiente. Lamentablemente, el reciente llamado a la unidad que planteó Jorge Arrate ha sido descalificado desde otros sectores que se reivindican de izquierda".

Esa tesis es la que levantó el estalinismo primero con la propuesta de Frentes Populares y luego la renovación socialista desde el Congreso de Chantilly en la década de los 80 y es también la tesis de quien fuera el Secretario general del Partido Comunista Italiano Enrico Berlinger, a propósito justamente del golpe de estado en Chile, quien a partir de ese hecho profundamente traumático para la izquierda chilena y mundial, estableció la estrategia que denominó el "acuerdo histórico" entre la Democracia Cristiana Italiana y el Partido Comunista.

Lo que se ha demostrado históricamente en Italia, Francia, España, Alemania y por supuesto en Chile y yo diría que en todo el orbe, es que la estrategia socialdemócrata de unificarse o hacer alianzas de subsumisión con el centro político, ha significado por una parte y hay suficientes datos empíricos y estadísticos al respecto, la casi desaparición de los partidos comunistas europeos y en el mundo (más allá de la caída del muro, que fue un hecho muy posterior). Así el partido comunista italiano, el francés , el español y el alemán en lo que fue la Alemania Occidental (que es un caso más dramático) se transformaron en fuerzas minoritarias, casi testimoniales de alrededor de un 5% del electorado.

Además y no es menor, las socialdemocracias se transformaron en los partidos dominantes de la izquierda, como meras fuerzas administradoras del capitalismo y de sus respectivos modelos nacionales heredados casi siempre de dictaduras de derecha y fascistas, y terminaron y continúan como destacamentos liberales y neo liberales, que a su vez por su escasa diferenciación de proyecto con la derecha mundial, han dado lugar y espacio al triunfo justamente de esas derechas. Así ha sido en los casos español, francés y alemán y el chileno, que será el que continúe en esta lógica implacable.

En el sentido de lo anterior, una cuestión muy importante, es que a partir de la primera vuelta presidencial comienza a cristalizar una fuerza política y social de izquierda, desde los sectores disidentes de la estrategia de los dirigentes comunistas, que conformaron los comités comunistas y el MPT, pasando por los sectores históricos de la izquierda clasista del socialismo y por el el liberal progresismo o izquierda progresista de Enríquez Ominami, que sumando sus fuerzas son alrededor del 25% (Enríquez Ominami, Votación nulos y blancos) y que NO creen en la estrategia del acuerdo histórico o de la alianza con el centro político y si bien no han estructurado un discurso a propósito de esta tesis, creo que en este artículo puedo interpretar a dichas fuerzas al respecto.

Lo he dicho en otros análisis, la única posibilidad de que la izquierda, desde la izquierda clasista hasta la izquierda progresista puedan reunificarse organizacionalmente y plantear un programa efectivo de cambios al neo liberalismo y llegar al gobierno, no es de la manera que los propios concertacionistas quieren y del modo que el comunismo chileno lo está realizando, modo históricamente liberal y de subsumisión y desaparición progresiva de un proyecto de izquierda, sino a partir de la derrota de la socialdemocracia neo liberal.

Es de perogrullo que en la lucha contra la derecha fascista, lo que sucede hace muchos años en Chile es entre otras cosas, la lucha por el comando de las fuerzas de izquierda o"progresistas". Hasta ahora es la burguesía democrática representada por la alianza PDC-PS-PPD-PRSD y otros, los que comandan la política de izquierda con un programa neo liberal. Es decir bajo la estrategia socialdemócrata histórica. Y esta estrategia presupone ante todo, la unidad del centro y la izquierda, ya sea en coalición o como lo están realizando las fuerzas comunistas y arratistas, mediante acuerdos parciales y lucha parlamentaria común.

De esta manera, más allá de diferencias puntuales, la izquierda anti concertación y anti neoliberal, que por primera vez se nuclea en torno al 25%, excluyendo de este porcentaje a las fuerzas comunistas socialdemócratas, y que podría por tanto llegar a ser el 30% de la población, tiene la oportunidad a partir, si o si,de la derrota concertacionista ad portas, de pelear el comando de las fuerzas de izquierda a la socialdemocracia neo liberal y transformar, vía reformas profundas, el proyecto de la izquierda.

En primer lugar nucleándose efectivamente y en segundo lugar levantando la tesis de la autonomía de la izquierda política del centro. Es decir diciendo tajantemente NO a la alianza socialdemócrata histórica con el centro político. Volver a los tres tercios de la política chilena y desde allí derrotar al pinochetismo. Si el propio pinochetismo ha logrado aumentar desde un 30% al 44% en aproximadamente 36 años y con dictadura incluida, no es imposible que una izquierda autónoma del "progresismo neo liberal" llegue a tener ese porcentaje o similar y desde allí establecer alianzas con el centro político o la izquierda liberal, pero con un centro y con una izquierda liberal subalterna al proyecto de cambios profundos y reales.

Finalmente la editorial de LND plantea: "Hasta hace poco tiempo, la candidatura de Enríquez-Ominami se declaraba transversal, atrayendo incluso hacia su comando a algunos connotados derechistas que gozaron de los beneficios de la dictadura militar. Ahora, al parecer debido a la fuga de votos hacia Jorge Arrate, se han acordado de sus orígenes y algunos de sus más radicales izquierdistas han salido a pedir el voto, reivindicándose como tales. Pero lo han hecho con un discurso que ya parecía extinguido, debido a sus múltiples fracasos: el del mesianismo revolucionario. Enríquez-Ominami sería ahora, según esta versión, el Chávez chileno, que barrería con la corrupción de las cúpulas partidarias e impondría un nuevo liderazgo popular que traería de la mano cambios estructurales a la sociedad capitalista. (...) Es por eso que el llamado al acuerdo mínimo para derrotar a la derecha ha tenido éxito. Ha sido bien acogido en la Concertación y en la mayoría del comando de Enríquez-Ominami, con la sola excepción de una pequeña cúpula aislada, que ahora corre desesperada a detener la fuga de votos por la izquierda".

Este último párrafo es decidor para los izquierdistas y comunistas que votaran FREI, vía el chantaje emocional de parar al pinochetismo, como si este fuera el propio Pinochet y las huestes DINA de Contreras quienes asumirán el poder a sangre y fuego, o ahora con el nuevo chantaje que de ganar Piñera estará los mismos 20 años que la concertación. Aquí se desnuda (otro error concertacionista en plena campaña) el verdadero rostro de la socialdemocracia.

Se ataca a Enríquez Ominami con el epíteto negativo para el editorialista, de ser "Chavez" y a su vez trata a quienes defienden el camino propio de la izquierda, como una cúpula aislada y desesperada. Y para rematar, afirma cuestiones del todo erróneas y que no son sino falsedades absolutas que desean construir realidades ajenas a los hechos: Que los votos de Enríquez Ominami en primera vuelta se volcaron a Arrate, cuestión que ni siquiera es digna de análisis, puesto que lo pasó realmente es que el partido comunista y Arrate no lograron justamente nuclear bajo su estrategia socialdemócrata a las bases de izquierda, quienes al menos fueron 2/3 de la votación de Enríquez Ominami.

Por otra parte el editorialista nos dice que el acuerdo mínimo para derrotar a la derecha ha tenido éxito. Cuestión que cualquiera sabe que se probará en la elección misma de segunda vuelta y no antes por mucho que se desee un resultado a favor.

Frente a esta editorial, que es la expresión más clara del garrote de la estrategia concertacionista y no la zanahoria bonachona de la auto crítica de ultimo minuto, las fuerzas de izquierda consecuentes a la lucha contra el neoliberalismo y el sectarismo de los jefes de partido, deben votar nulo, para derrotar a la socialdemocracia cristiana y socialista, a la vez que derrotar el camino errado de los dirigentes comunistas. De esta manera aún con el pinochetismo en La Moneda se puede comenzar a trabajar una estrategia autónoma de la izquierda y el pueblo, en miras a derrotar justamente al pinochetismo pero bajo hegemonía de una izquierda, a la izquierda del neoliberalismo.

"Hoy", a mi juicio, está a la orden del día realizar alianzas en torno a la única izquierda que ha sido capaz de poner en crisis a la concertación, la de Enríquez Ominami, y como dijera Max Marambio en una entrevista, para avanzar"en construir un sistema socialdemócrata corregido y aumentado donde el Estado será el brazo poderoso del mercado como herramienta". Puesto que los hombres y mujeres y las fuerzas de la izquierda autónoma tenemos por primera vez en 36 años : "(...) la posibilidad única, en un país único, que tiene potencial, recursos, y capacidad, de poder dar un salto gigante a la modernidad. (Ya que) al final, el objetivo "de hoy" para un revolucionario debería ser tratar de convertir este país en un país moderno. (...) Un país de oportunidades y no de privilegios. Un país donde las formas de resolver la pobreza insultante, estén dadas por el Estado en función del objetivo de gobierno".


 
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