Durante 12 años consecutivos trabajé en dos empresas de servicios médicos (emergencias médicas), en contacto directo con el servicio de salud- en administración dentro del despacho de servicios -, por lo menos durante los 6 ´o 7 primeros años.
Tengo muchos recuerdos de esos primeros años, ya que ese era un trabajo por demás estresante, con personas que llamaban por infartos, accidentes y situaciones límites y también por problemas de índole menor.
Si hay algo que me quedó muy claro en todo ese tiempo, es que desde marzo comenzaban los pedidos de médico a domicilio por la gripe o influenza, llegando a saturar los servicios desde principio de junio hasta mediados de agosto, cuando comenzaban a normalizarse las demandas. Todas los servicios similares, en todo el país - y son muchos - pasaban y pasan por esa situación.
Leí por allí que el año pasado, un virus de la gripe 2, mucho más virulento que los anteriores, había enfermado a más de 3.000.000 de personas, con un saldo de casi 2.000 muertos. Y no era la influenza A H1N1 o porcina. Ocurre que se le dio al tema el tratamiento correspondiente. Se hicieron notas sobre prevención, sobre la necesidad del reposo y la importancia de la consulta médica cuando la enfermedad se prolongaba o se mostraba muy agresiva. Y cada uno, a su libre albedrío, tomaba las decisiones que correspondían.
No es la misma gripe la que nos aqueja este invierno. Es mucho más contagiosa, más virulenta ( ya habían advertido de un brote más activo de gripe el año pasado) y con el descenso dramático de las defensas. Y esto provoca que nuestro cuerpo sea un fácil caldo para el cultivo de otras enfermedades o complicaciones.
Los servicios médicos están más saturados que otros años porque existe un total desconocimiento de parte de la población, que actúa víctima del miedo y así ante el menor atisbo de fiebre concurre al centro de salud (clínica, hospital, sanatorio o lo que tenga más a mano), en el que debe esperar horas para ser atendido y mezclando se entre posibles portadores de la enfermedad, con riesgo cierto de enfermarse.
Hay que tomar las previsiones y actuar con cuidado, pero sin desesperarse. Hay que hacer uso de la lógica y el raciocinio y no del miedo. Si tomamos las precausiones, corremos menos riesgo. Y si no estamos dentro del grupo de riesgo, con esas precausiones será suficiente. Pongamos a la gripe o Influenza A en el lugar que corresponde y pensemos que también tenemos todavía la lucha contra el dengue entre manos - aún infectando a gente en el norte de nuestro país - y que va a reaparecer en menos de 65 días, cuando las temperaturas ronden los 15°, que sigue siendo un azote el mal de chagas, la desnutrición, la fiebre amarilla, la bronqueolitis y la tuberculosis entre otras enfermedades, algunas endémicas y otras no.
Seamos consientes de que muere mucha gente por accidentes de tránsito y que eso no es contagioso. Que muere gente por la inseguridad y que tampoco es contagioso. Y que tanto en salud como en prevención de accidentes y en control de la inseguridad el Estado debe responder -por algo le pagamos sus abultados sueldos a nuestros representantes - pero que cada uno de nosotros debe poner su granito de arena - actuando con cuidado hacia nuestra persona - para lograr buenos resultados.